Alberto Santacruz
Mérida, 24 sep (EFE).- La banda británica Deep Purple, que este año cumple 55 primaveras, ha demostrado esta noche en Mérida que su sonido es historia en el mundo de la música al desplegar con una energía difícil de entender su particular «sanctasanctórum» del hard rock.
Quienes pensaban -como algunos asistentes apuntaban antes de entrar al concierto- que la amplia edad de sus integrantes, a excepción del recién llegado el guitarrista Simon McBride (43 años), hacía juego con el escenario del teatro romano de Mérida se han llevado un chasco agradable, muy agradable.
Ante cerca de 3.000 personas y en un entorno histórico, Deep Purple ha ofrecido un concierto cargado de energía instrumental, en el que el zurdo Ian Paice (74 años), al frente de la batería desde que se formó la banda en 1968, ha ofrecido un «máster».


«El éxito de la canción no lo esperaba. Fue una añadido -al disco- no contemplado», afirmaba su cantante hace unos días. Escucharla en directo, ver al público moviendo la cabeza a la vez que tararea al unísono su introducción es una experiencia única, un viaje por la historia de la música a través de un tema sagrado.
Con «Hush», un tema de su primer disco en estudio, y «Black Night», del mítico trabajo «Deep Purple in Rock», dos canciones que caminan entre la psicodelia y el rock progresvio, el grupo ha cerrado el concierto.
«¿De dónde sacan la energía estos señores?», se preguntaba uno de los asistente cuando encaraba la puerta de salida. La repuesta, a lo mejor, está en el propio rock.